Niños y alta montaña

En más de una ocasión nos han consultado acerca de si es seguro y adecuado que los niños realicen actividades en alta montaña. A continuación, trataremos de dar respuesta a algunas de las inquietudes que más preocupan a los padres que quieren hacer montañismo en altas cotas con sus hijos menores.

Hay recorridos y montañas en los que puedes superar con creces los 5000 metros de altura simplemente caminando, sin necesidad trepar, escalar o emplear técnicas de alpinismo o montañismo avanzado. Es suficiente con estar en una buena forma física y dejarse asesorar por el guía de montaña que te va a acompañar.

Por ejemplo, la ascensión al Kilimanjaro no tiene ninguna dificultad técnica, puedes alcanzar la cima caminando, si bien, estamos ante una colosal montaña de casi 6000 metros de altura, y ese es el motivo principal de su dificultad, la altitud a la que se desarrollan las etapas y la aclimatación necesaria para completar la actividad.

Por encima de los 3000 metros, hay una gran diferencia de presión atmosférica y el organismo esta sometido a un estrés importante por la deficiente captación de oxigeno. Esto afecta de manera muy importante al rendimiento y funcionalidad del cuerpo humano, y puede llegar a provocar edemas cerebrales o pulmonares. Este estrés es mayor en el caso de menores de 16 años.

Existen algunas conclusiones médicas que desaconsejan este tipo de actividades:

El cuerpo humano inicia la maduración y conectividad del sistema nervioso a partir del cuarto mes de gestación, y no lo termina hasta los 10 años. Del primer al tercer año, el cerebro prácticamente no tiene mielina en sus conexiones, que es una sustancia que recubre las neuronas y facilita la transmisión de señales. De los 6 a los 10, las neuronas aún no han terminado de madurar y en esta etapa, los procesos de “aferencias”, “aprendizaje”, “maduración emocional y conductual” son esenciales. Esto se consigue con una buena alimentación, vida social y, lo que se subraya con mucha importancia, con oxígeno. Un desarrollo en ambientes con una buena calidad y cantidad de oxigeno son esenciales para la maduración del sistema nervioso. Hay niños que nacen y viven en altitud, pero tienen una predisposición genética a esta inferior ingesta de oxígeno, para el resto, la mayoría, no es recomendable subir más de 2000 metros de desnivel en menos de 24 horas, y no hacerlos permanecer más de 6 horas por encima de los 4000 metros.

También hay que tener en cuenta que el sistema respiratorio y cardiovascular termina de madurar a los 8 años y el ritmo cardiaco se ajusta alrededor de los 10 años. Conforme el cuerpo humano va creciendo, el peso y la masa muscular aumenta, se dan variaciones en la tensión arterial y cambios hormonales, que hacen muy difícil la adaptación del corazón. Por todo esto, cualquier niño tiene dificultades para adaptarse a la altitud y por eso no recomendamos exponer a los niños a grandes altitudes hasta después de los 16 años. Existe un riesgo de que se presenten problemas de oxigenación y de lesión cardiovascular.

Una vez expuesto lo anterior, queremos dejar muy claro que la decisión final de practicar montañismo de altura, como no puede ser de otra manera, corresponde tomarla a los padres.